La tecnología y la estrategia son importantes para las empresas y organizaciones, pero al final, lo más importante son las personas. Somos quienes tenemos la capacidad de utilizar creativamente tanto la estrategia como la tecnología para generar prosperidad. Sin embargo, a veces las personas también son la principal barrera al cambio, pues tendemos a usar esas tecnologías y estrategias para seguir avanzando por el mismo camino de siempre, incluso cuando tal camino ya no existe. En ese caso, lo que hay que hacer es buscar un nuevo camino y aferrarse a las experiencias y conocimientos acumulados como a un chaleco salvavidas.
A medida que las empresas han comenzado a usar los avances tecnológicos para transformar los modelos de negocio y ofrecer productos a los consumidores de nuevas maneras, los líderes empresariales de todos los sectores han empezado a sentir la presión de convertirse en agentes de cambio y en impulsores de las innovaciones destinadas a satisfacer las nuevas expectativas de sus stakeholders. Pero hay un problema persistente: mientras las nuevas tecnologías no paran de desarrollarse, la habilidad de las personas y de las organizaciones para adoptarlas plenamente no parece capaz de seguir el ritmo. La seguridad constituye una de las principales preocupaciones de muchas personas y está alzando numerosas barreras a la adopción de tecnologías, como la computación en la nube, el big data o el teletrabajo, lo que puede estar lastrando el progreso general de las innovaciones.
Además de las innovaciones en productos y servicios que puedan asegurar nuevas fuentes de ingreso, las empresas deben plantearse también innovaciones en el propio entorno laboral, con el fin de mejorar la productividad de sus empleados y reducir costos. Y esta nueva cultura de la innovación no debería limitarse a introducir mejoras incrementales en los productos y servicios, debería más bien extenderse a la creación de nuevos procesos y comportamientos organizacionales más optimizados. Un ejemplo de esto es el rediseño del entorno de trabajo: gracias a la adopción de tecnologías móviles y de computación segura en la nube, los empleados ya tienen acceso a la información que necesitan desde prácticamente cualquier lugar y cualquier dispositivo, por lo que podrían trabajar más y de manera más eficiente a distancia sin poner en riesgo la seguridad de los datos.
Para ello, lo más necesario en este momento es fomentar el aprendizaje continuo, 24 horas al día, 7 días a la semana, so pena de perderse novedades importantes. Aprender es un proceso incesante, y existe mucho material de lectura disponible en internet, además de numerosas instituciones académicas y de formación que también pueden ayudarnos a ir adquiriendo las capacidades necesarias. Algunos temas pueden resultarnos más naturales y fáciles de asimilar, mientras que otros pueden hacérsenos algo más complicados, pero por lo general, aprender es la parte fácil de la ecuación. Lo que suele resultar más difícil, en cambio, es desaprender numerosos conocimientos previos, para poder abordar las novedades con la mente abierta.
Numerosos artistas han pintado sus obras más famosas encima de otras, demostrando que el proceso de aprender, desaprender y reaprender es un ciclo constante en la vida y en las empresas. Por lo tanto, es esencial estar siempre en constante evolución y adaptación a los cambios del entorno empresarial, tecnológico y social.
Decir también que Desaprender para adquirir nuevos aprendizajes constituye una habilidad crucial que puede ayudarnos a progresar en nuestra carrera. Aunque esto pueda sonar un poco extraño, la realidad es que nos pasamos toda la vida aprendiendo y desaprendiendo.